sábado, 22 de septiembre de 2012

DESDE PUNE, INDIA, LA LLEGADA




Un viaje a la India es siempre un viaje hacia uno mismo, como lo son las yogasanas. En ellas vamos encontrándonos con nuestras posibilidades y quedan al desnudo nuestras imposibilidades. Gracias a la bendición del Señor con la herramienta del Yoga, vamos abriéndonos camino con un bagaje de coraje que no podemos atribuirlo solamente a nosotros mismo.

Del viaje alcanza con decir que es larguísimo pero corto al mismo tiempo para la gran distancia que recorremos. Por ello, se paga un precio que llamamos, jet lag. Pero con el pasar de los días sentimos como se va desvaneciendo y nos vamos sintiendo mas de aquí y menos de allá. Me dio una gran alegría ver que Pune no había cambiado tanto como me imaginaba y su familiaridad me era tangible. La calle del hotel Chetak y del instituto son las mismas calles ruidosas, con veredas casi inexistentes, el verde que alegra las casas, los pajaros que oyen pero no se ven. Mayor felicidad ver como siguen parados los mismos arboles perfumados. Visitamos el templo de Ganesha y Lila le dejo una flor. Saboreamos papaya, mango y bananas indias del vendedor ambulante, quien siempre crea en el caminante la ilusion de haberlas sacado de la planta esa misma mañana. 

El instituto continua cuidado como si fuera un templo, y para muchos lo es. Las esculturas de Guruji en las paredes del edificio principal, y los varios dioses, guardianes del jardín, nos hace realentar el paso y tomarnos el tiempo para no olvidar este instante.  Lila camina entre las esculturas dandole atencion a cada detalle y todo lo vive con sus manos. Entonces saludamos  juntas a Patanjali bajo la mirada de un hombre viejo, sabio y sin apuro, Guruji, sentado entre su casa y su instituto. En ese instante sale Geetaji de su casa, toda de blanco, anteojos y con una sonrisa muy serena. Nos inclinamos y le regala una mirada a Lila, como solo los niños pueden despertar. Geeta parte y entonces nuestra mirada y nuestro corazón, como la brujula, marca el destino final de nuestro pelegrinaje: Guruji. Ni mil palabras podrian describir lo que significa ponerse al pie del maestro. Delfina y yo nos inclinamos a sus pies y Lila unio sus manos en Namaste. Y Guruji nos regalo, con la misma inocencia y frescura de los niños, una carcajada que hizo ancho su rostro, luminoso sus ojos y nos hizo sentir previlegiadas de ser parte de un momento de su vida. Le dije que nos daba mucha alegría verlo con buena salud y nuestro breve encuentro lo sello con una sonrisa. Entonces nos encaminamos hacia la entrada del instituto para darnos cuenta que Lila estaba a un paso de entrar en la casa de Guruji. La llame y cabizbaja cruzo frente a Guruji, 

El tiempo no se detiene nunca pero hay encuentros donde la vastidad de eternidad de presenta, entonces Dios y el Guru sin palabras enseñan que el aquí y el ahora es lo que da el significado al tiempo en la tierra.

Fue maravilloso haber tenido la oportunidad y Lila, haber tenido la paciencia, para observar la clase de mujeres donde Abijata, nieta de Guruji hace de canal de las enseñanzas de su maestro. Guruji no detiene su practica y Abi se coloca frente a el antes de enseñar cada postura. Guruji le pasa a su cuerpo las instrucciones y una vez que ella las tiene impresas en si, las pasa a los practicantes. Esta foto que saque, Guruji esta en Viparita Karani en el backbender y Abi esta bajando de Sirsasana justo frente a el. Como dice Faeq, uno es testigo de Parampara, la tramision de Guru a discípulo. Es conmovedor ver su vitalidad en las posturas a su edad y su deseo de seguir enseñando, de no abandonar las riquezas de su experiencia del Yoga dentro de si pero que fluyan en su comunidad. 

Esa mañana fuimos inundadas de un manantial abundante de vida, conocimiento y bondad como rara vez se encuentra en el camino de la existencia humana.

Desde el corazón,

Paul